Belén
Adán manchó la luz de su inocencia
Cediendo del Dragón a los antojos
Y en pago de su indómita insolencia
Lloró, en vano, de su Alma los despojos.
Rompió de la obediencia los cerrojos
Y el castigo se oyó con inclemencia
¡Será tu campo semental de abrojos,
y el sudor será el pan de tu existencia!
Mas la bondad de Dios se compadece,
Y al mísero ofensor mudar le ofrece
Su negra mácula en fulgor de armiño...
Y en un pesebre de Belén se abría,
En los amantes brazos de Maria,
La aurora del perdón trocada en Niño.
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