12 Minutos y 10 Personajes. José y María tocan a diferentes casas para pasar la noche en Belén. Cada casa tiene una excusa...
CUANDO CRISTO ENTRA EN UNA CASA...
PERSONAJES:
NARRADOR 1
NARRADOR 2
NARRADOR 3
JOSÉ
MARÍA
CASA DEL RICO
CASA DE PRISA
CASA DEL POBRE
CASA DEL MIEDOSO
CASA DE BIENVENIDA
NARRADOR 1. En aquel entonces el emperador romano César Augusto decretó que se levantara un censo en todos sus dominios. En aquellos días era Cirenio gobernador de Siria. Según lo dicho la gente tenía que regresar a la ciudad de sus antepasados para inscribirse. Y como José era miembro de la familia real, tuvo que ir desde la provincia Galilea de Nazaret hasta Belén de Judea, pueblo natal del rey David. Llevó con él a María, su prometida, que estaba embarazada. (Lucas 2:1-5) También muchas otras familias se encaminaron. El camino era muy pesado, especialmente para María. Casi estaba al punto de dar a luz a su primer bebé. Cuando llegaron a Belén, la ciudad estaba llena de gente, todas las habitaciones ocupadas. Ni un cuartito quedó. Y María sintió que ya había llegado la hora de dar a luz. ¿Cómo han de haber sentido cuando caminaban por las calles buscando un lugar donde hospedarse? Vamos a imagina su situación:
(La primera casa aparece: “Mansión del rico”. Aparecen José y María, cansados, después de un largo viaje. Se paran enfrente de la primera casa y tocan a la puerta.)
JOSÉ. Ábranos, déjenos entrar, por favor. Hemos estado caminando por muchos días.
Estamos tan cansados. ¿No tiene un cuarto para una noche?
DUEÑO MANSIÓN. Y ¿qué tal la renta? ¿Pueden pagar ustedes? Esto no es una casa para pobres. Yo pago mis limosnas cada mes para que hagan casas para gente como ustedes. Mis habitaciones son de lujo. He trabajado duro para tener esto.
JOSÉ. Señor, por favor, mi esposa va a tener un bebé…
DUEÑO MANSIÓN. Aún menos. Yo no soy doctor. Váyanse rápido.
(José y María siguen caminando; llegan a la “Casa de prisa” y tocan a la puerta.)
CASA DE PRISA. ¿Sí?
JOSÉ. Disculpe Señor, es que n…
CASA DE PRISA. Date prisa, no tengo tiempo. ¿Qué quieres?
JOSÉ. Hospedaje para mi esposa y para mí. Venimos de lejos y…
CASA DE PRISA. ¿Hospedaje? No tengo tiempo para ustedes. Quiero salir. Tengo cosas más importantes que hacer que encargarme de gente ajena. Mañana pueden regresar, tal vez tendré tiempo. Con permiso… (Se va rápidamente.)
(José y María siguen su camino muy despacio. Llegan a la “Casa del pobre”. José toca a la puerta. Aparece el dueño.)
JOSÉ. Buenas noches. Por favor, ¿no tienen un rinconcito, donde nos podemos quedar por la noche?
CASA DEL POBRE. ¿Qué se imaginan? Ni tengo espacio para mis propios hijos.
JOSÉ. Tengan misericordia de mi esposa. Ya no puede seguir caminando. Pregunté al rico.
(José y María siguen su camino. Llegan a la “Casa del miedoso” y llaman.)
JOSÉ. Somos de Nazaret. Tenga compasión de nosotros, señor. Déjenos pasar la noche en su casa. Hay tanta gente en Belén, no hay lugar en ninguna casa.
CASA DEL MIEDOSO. Y en mi casa tampoco. No los conozco, ¿cómo creen que les voy a dejar entrar en mi casa? Hay tantos asaltos en estos tiempos. Hay que tener mucho cuidado. ¿Son de Nazaret? Uhhhhhh, no se escuchan buenas noticias de Nazaret. ¡Aléjense de mi casa!
(José y María siguen caminando. José apoya a María. Llegan a la “Casa de Bienvenida”.)
JOSÉ. Por favor, dénos una habitación, aunque sea para una noche.
CASA BIENVENIDA. Con gusto lo haría, pero miren, todo está lleno. Cada cuartito, hasta el último. Hay tanta gente ahora en Belén, es increíble… (Se queda mirándolos.) Pobrecita la mujer, está embarazada. Mmmmmmm...Espérenme, sí, creo, que tengo todavía un lugarcito para ustedes. Pero nada más es en el establo, allá. (Les señala el establo.)
JOSÉ. Oh, señor, eso es suficiente para nosotros. Gracias a Dios, no tenemos que quedarnos en la calle. Ven, María, ahora puedes descansar.
(La apoya yendo hacia el establo.)
NARRADOR 1. En esta noche María dio a luz a su primer hijo. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no habían hallado habitación.
NARRADOR 2. Aunque él hizo el mundo, el mundo no lo reconoció cuando vino. Ni aún en su propio país, entre su propia gente, lo aceptaron. Solo un puñado de hombres le dio la bienvenida y lo recibió. Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les concedió el poder de convertirse en hijos de Dios. Los que creyeron, nacieron de nuevo. Si Cristo hoy toca tu corazón, ¿le abrirás la puerta?
NARRADOR 3. Como en Belén, igual ha sido hasta el día de hoy: Los hombres no le reciben, no le quieren como rey y salvador. Lo dejan afuera de sus vidas. Pero también hay otros: Los que le reciben, los que le abren la puerta de su vida. Son ricos y pobres, miedosos y apresurados. ¿Qué hubiera pasado si las personas en nuestro drama le hubieran abierto sus puertas: A ver:
(Una casa tras la otra pasa y dice su texto:)
1. Casa del rico:
¿Qué me va a tocar? ¡Cuánto voy a ganar?
Estas preguntas dominaban mi ser,
mi trabajo, mi pensar, mi oír y mi ver.
Ahora mi vida se está acabando,
y no sé para qué estuve ganando.
A la tumba el dinero no puedo llevar,
y luego a mí, ¿qué me va a pasar?
Oh Señor, entra en mi mansión,
que seas el rey de mi corazón.
2. Casa de prisa.
El tiempo pasó, los días corrieron.
¿Para qué los usaba? Ya todos se fueron.
¿Qué es lo que vale? ¿Qué es vanidad?
¿Qué es lo que se ve en la eternidad?
Oh Cristo, ven tú a mi corazón.
Necesito tanto de tu perdón.
Lo que quiero es de ti aprender
a invertir mi tiempo como debe ser.
Que uses mi vida, me hagas capaz
de mostrar al mundo, qué es tener paz.
3. Casa del pobre.
No hay dinero, no puedo pagar.
Así siempre dije, no hay para ayudar.
Mi casa estaba llena de preocupación
y la amargura mató la canción.
Hasta que yo por fin pude ver,
que Cristo era rico, tenía tanto poder.
Y él se hizo pobre por tanto amor,
él dio su vida a nuestro favor.
Dios quiere hacernos descansar
en sus riquezas que él quiere dar:
La vida eterna y pleno perdón,
y con él nos dará una celeste mansión.
Él me ha llenado con felicidad
la cual puedo dar a la humanidad.
Él me ha llenado con satisfacción,
ya nunca se va a callar mi canción.
4. Casa del miedoso.
El miedo de todo me agarró,
de guerra y que me enfermara yo,
de tiempos difíciles, de la maldad,
de Satanás mismo y su potestad.
Hasta que alguien me mostró mi error,
que no tienen sentido el temor,
si al salvador le pido entrar,
si él en mi vida puede reinar.
Él es el más fuerte, venció a Satán.
Ya no hay razón por ningún afán.
Desde que Jesús mi vida salvó,
seguro estoy, su paz tengo yo.
Autor : Teatro Cristiano
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